Antojo de un "remember"




Pienso que puedo reírme un poco y de vez en cuando un poco más, sobre todo cuando recuerdo...

Que a los 3 era rosada como un algodón de azúcar y tal vez por eso los desórdenes biliosos de los recién egresados amigos de mi hermano, o la primera "experiencia de acoso" en el jardín por un niño gordo y sudoroso que me perseguía para agarrarme la mano, definitivamente todo ese año viví huyendo de aquel pequeño hombre, posiblemente bueno y quien sabe un adonis actualmente.

Recuerdo el sufrimiento por ser "fresita" en inicial, repentinamente debía estar en el salón de las "peritas", pero ¿por qué? ¿por qué si yo tenía todo rojo...?, bueno ahí conocí a mis mejores amigas por tres años, y mis papás a sus amigos por varios años:

F. G. la chiquita que "nunca"creció, era mi mejor amiga hasta que años mas tarde fue a mi cumpleaños y reusó jugar con mi amiga Vicerina (imaginaria y verde), ahí las cosas se enfriaron...

C. D. siempre pensé que era algo retrasada, pero ya me di cuenta que no! bueno ahora es grande...

M. B. la hija de los extranjeros de un maravilloso país de Oriente Próximo, siempre me sorprendió que su mamá se haya casado a los 14, eran muy buenas personas, los cumpleaños eran grandes fiestas con fuegos artificiales y banquetes y demás, pero en todas las reuniones hacían una especie de pizzas asquerosas, la peor comida que he probado en mi vida, nadie -que no fueran ellos- podían comerlas, nuestras mamás las escondían en la cartera para no ser descorteces, todos ellos (que eran muchos) hablaban "abdula bajara" y se llamaban "fakir tammir".

Grandes épocas de la infancia, donde todo te sorprende pero puede ser tan fácil de entender.

Hablemos de amor: recuerdo... el mejor amigo de hermano (viví rodeada por hombres mayores que yo por 13 años) nos conocemos desde que yo nací y yo le besaba la oreja al despedirme pues nunca atiné a la mejilla, ese entonces era gloria, yo era feliz cuando se quedaba en mi casa y me traía dulces, yo juraba que era nos íbamos a casar, como si los caramelos fueran un anillo de compromiso, en fin más de diez años después me di cuenta que mis gustos y el concepto de amor cambiaron mucho y dije "que linda es la ilusión", bueno repentinamente estos muchachos empezaron a recogerme del colegio, motivo: mi profesora, joven, lozana y bella, con cabello negro azabache, larguísimo y muy cuidado, buen cuerpo y a la moda con una manera de hablar tan suavecita, por ella iban, por ella para conversar, intercambiar cassettes y encima salían a bailar con ella en las noches, ahora se dieron cuenta que yo les era mas útil que sólo para pedir prestado el auto o para que mis papá dejen la casa "sola", ahora era útil para atraer chicas, me llevaban a comer a un sitio muy iluminado (un sandwich mixto, fue lo único que comía por esos años, pude ser precursora de la anoréxica y nunca me enteré), así las amigas se acercaban y "oh que linda tu hermanita y que lindos ustedes que la traen" (traducción actual en mi mente "si ... me traen acá porque ... como tú caen mas fácil").

Después de eso sólo recuerdo el feliz momento de la llegada del animal más estúpido que tuve -una tortuga- y su deceso, se "cayó" del desnivel de un par de centímetros de alto (un abismo para ella) y patas arriba y torpe como toda tortuga se quedó ahí, años mas tarde me enteré que cuando las tortugas se "echan boca arriba" se aplastan los pulmones y se ahogan; murió adornada con una hermosa cinta roja en la "cintura" que le había puesto mi mamá para poderla ubicar y jalarla dentro del bosque de 2 metros cuadrados que tenía mi casa.

Luego Vicerina ocupó mi tiempo por completo, sólo recuerdo los temblores en las noches, la pasé muy mal porque nunca los sentía -ni los siento- pero mi hermano me cargaba como a un costal en su espalda y cuando yo abría los ojos tenía el foco en frente y cuando llegábamos a la puerta el temblor había terminado, así pasaron algunos meses...

Y llegó mi primera revolución y el primer problema con una profesora (y pensar que ahora es algo típico), una francesita que no tuvo la paciencia suficiente para explicarle a una niña lo que tenía que hacer, afloró mi ahora recurrente demonio y protesté y me defendí e hice todo lo necesario para que el mundo entero -mi mundo- se entere de tal momento tan difícil que tuve que afrontar a los 7 años, creo que estuve bien porque a los pocos días me envío disculpas y me pidió que retomara las clases, en ese entonces mi orgullo funcionaba mejor y no regresé, tan sólo le contesté con toda la educación que podría tener.

Al año siguiente nos mudamos a otra ciudad (por tercera o cuarta vez en 8 años que llevaba viviendo), todo fue tan diferente, y tuve que acostumbrarme, pronto tuve mi segunda mascota, un hermoso perro.

Mientras tanto soñaba con vivir en el jardín de la enorme casa, para mi era una selva, armé una carpa y dormí algunas noches, mi hermano estaba emocionado por mi afición al campo, mis nulas ganas de comodidad y la simplicidad de la vida nos unió a un campamento en el jardín de la casa, hasta que el hermoso perro entró y desarmó todo nuestro "hogar", volví al cuarto mi perro creció y se encargó de las hembras y los cachorros y el alcohol, hasta que en la celebración de algún año nuevo tambaleando por su embriaguez metió las narices en la fogata, achicharrándose los bigotes, al día siguiente pude presenciar los terribles efectos de la resaca, aun así años mas tarde no pude negarme a esas costumbres...

Pasaron años y muy buenos, ahora no podría poner las manos al fuego porque todo esto fuera cierto pero soy feliz de recordar a mi manera, ahora no tengo la sensación de que un día desperté con la cabeza en la pateadera de la cama, con una chompa roja, y ya era algo grande entonces empecé a vivir...

A mis 15 años, mi hermoso perro murió y como diría... (conclusión entre risas y copas: me dediqué de lleno a los hombres) empezó esa parte de la vida en que uno se aloca con dulzura o se endulza con locura, en que preguntas más de lo que se sabe preguntar, en que avanzas a pasos gigantes pero todo pasa tan lento y sientes diferente, que aunque pases aparentemente mucho tiempo sufriendo, los momentos buenos son tan intensos que opacan a esa sensación -tan sólo sensación- de desconcierto...

¿Dónde?



Cuando lo leí sentí tanta tristeza!!!


"Te amo mucho... pero es tan grande el amor que quizá quiera ponerle límites, te extraño tanto que a veces no siento que te estoy extrañando en realidad, provocas tanto en mí que llego al punto de no sentir, estas tan cerca que con miedo digo que corro el riesgo de perderte, tal vez si nos hacemos más daño y si nos herimos un poco más disfrutemos ese dolor y alternemos con hermosas etapas de cariño y esos desgarradores momentos (que son los que si se sentir) no sean los únicos que me den vida, y que realmente soñar con tu mirada haga que amanezca distinta y completa. Te quiero más lejos, te quiero más cerca, te quiero como yo quiero y eso no es bueno; espero tanto y tan poco de ti a la vez que a las finales espero nada o todo, el eterno problema... mi eterno problema de los extremos, lamentablemente aprendí a quererte cuando aun no sabía de mi y aun necesito tus "no" para respirar tranquila y para poder seguir tragando sin atorarme"

Y cuando lo leí sentí tristeza, mucha tristeza al darme cuenta donde lo leí...

No te disperses! Nunca tanto pero sólo un poco...

El Beso (Der Kuss), Gustav Klimt


Contigo vivía una guerra constante y aún así lograste ser mi paz...
Pero no estaba tan lastimada como para "enamorarme".
Tal vez me pude entregar a tu estilo, a fin de cuentas mi estilo.

Pero no pude!
Traté!
No pude latir con tu ritmo, no lo pude mezclar!

Te quise raro...
tan raro como ahora te recuerdo,
tan raro como te veo sentado en un parque,
tan raro como te sigo queriendo,
y tan raro como sólo yo se odiarte...

...quizá pidiéndote esporádicos besos,
besos como cuando era la princesa con la boca de limón.
"-Cuéntame un cuento -te digo.
-¿Cómo lo quieres?
-Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie."

(Cuentos de Eva Luna, Isabel Allende)





Digo, porque siempre quiero que me cuenten un cuento, siempre quiero la fantasía, siempre quiero una historia bonita, y luego quiero extrañar (considerando que no se extrañar muy bien), luego quiero que la angustia absorba mi corazón y oprima mi estómago, pero en el fondo no quiero un "luego", en realidad no me gustan los luegos, sufro demasiado esperando el momento del luego, el sueño se me quita; no literalmente; pero se me quita.


Y entonces a estas alturas, pedí un cuento, pedí nostalgia y pedí realidad, pedí todo en un paquete nunca tan hermoso y adornado sino con su toquecito de maldad, pero no tanto como yo cuando soy tan mala que parezco buena, no tanto como los que abrazan y sonríen al diablo a tus espaldas.


Siempre quiero un "cuéntame algo", pero nadie responde, ni con maldad, ni con amor, ni fantasía, ni realidad, sino con números, sino con sus cuentos; pero yo quiero otro, sólo otro, uno que yo no conozca, uno que no pueda inventar y quizá de los difíciles de imaginar, sólo quiero uno que no le hayan contado a nadie.

Exactlyyyyyyyyyyyyyyyyyyy

¿En qué milésima de segundo cruzamos la línea y convertimos nuestras acciones en un vicio, en ese algo que por más meditado que esté seguiremos haciéndolo o pensándolo?
¿Es tanta nuestra necesidad de repetir lo que menos nos conviene?
¿Es tanta nuestra necesidad por estancarnos en momentos que, curiosamente cada vez que más nos "enfangamos", más atractivos resultan, y a la par nos hacen más libres?
Que ironía... lo que nos ata, lo que nos encierra también nos abre las puertas a la libertad claramente acompañada de una suerte de felicidad.
¿Será que nuestros mejores momentos han sido esos que sabemos que no son para toda la vida sino esos que nos hacen sentir una vida?

¿Y mis secretos?


El hecho de guardar cosas sólo para uno mismo implica la capacidad de tolerar todo lo que esas historias traen consigo, pero de una manera tan personal que cuando uno se cansa de cargarlas y necesita sentarse no encuentra cerca lo apropiado para descansar.


Tapar momentos "compartibles" no resulta siempre una tarea fácil, mirar a las personas que supuestamente saben quien eres y empezar a enumerar lo que no conocen de ti termina siendo muy molesto al darte cuenta que la lista de misterios rebasa los límites de lo conocido.


Si tanto nos preguntamos sobre el motivo de no poder confiar casi en nadie, podemos encontrar la respuesta en el hecho que nadie nos conoce y por ende no conocemos a nadie.


Liberar secretos, bueno o malos, gusten o no, destaparnos ante los que están cerca, nos hace mas nuestros, más cercanos y más transparentes, nos regala más tranquilidad, más paz y muchas horas verdaderas de sueño.



¿En que momento estamos seguros de poder abrir el caño y dejar escurrir nuestras aguas encima de las manos de una persona?


Puede ser en el momento en que nos contemos a nosotros mismos las historias como realmente son, en el preciso instante en que nos queramos con nuestros secretos a voces y en el segundo preciso en que seamos lo suficientemente nosotros para aceptarnos como somos, pues quizá tan solo así podamos mostrar nuestras escenas al público que nos quiere y que definitivamente espera ansioso por saber quienes somos y saber quienes son ellos.

"La estrella colgaba como queriéndose mostrar"


Le dijo que las cosas eran lo suficientemente buenas como para no perder la necesidad y que recuerde que hay cosas que sólo te pasan si estas vivo.

Le dijo que la amaba pero que no podía quererla bien...


...y la dejo ir y venir cuantas veces fuera necesario.


Le dijo que la luna estaba entre sus dedos y las estrellas en su chaqueta, y si quería se las prestaba para que la acompañaran en sus noches solitarias.


Le dijo que el viento soplaba en su cara susurrándole secretos de su corazón y que quizá sean los mismos secretos y que quizá ambos vean cosas que los demás no pueden ver.


Le dijo mil veces mil momentos, le dijo la vida y le dijo la muerte, le dijo el paraíso y el infierno en una sola canción, la miró tantas veces tan bonito sin darse cuenta, la abrazó tan de lejos que calentó sus sábanas, le dio la estrella de metal que cayó entre los libros, le mostró las flores más hermosas...


...y se fue.


Anduvo por los paisajes más extraños, más fríos, más calientes, ella esperó sin saber... ella soñó despierta y sin notar que lo extrañaba tanto, ella miró la hoja de limón, la probó y cayeron las lágrimas mas amargas entendiendo que jamás se desligarían sus corazones o al menos continuarían con esas historias de "andar juntos de la mano", como en algún invierno lo pudieron hacer.


Anocheció, ella se durmió, se adormeció y olvidó sus ganas de extrañar (lo había extrañado como nunca quizo extrañar a alguien).


Le dijo que volvería y volvió... ella aceptó, lo abrazó, lo besó, le dijo... se dijeron tantas cosas... se escucharon tantos cuentos en esa habitación, se fumaron tantos cigarrillos y se bebieron tantos "vinos", se sintieron tantos recuerdos que todo pasó veloz en sus mentes y pasaron las horas entre humo y calor y...


...se recordaron como la primera vez que se vieron, se sintió el amor que nunca floreció y probablemente no florecerá aquí ni en otra vida...

...y será por que sus vidas se separan y se juntan cuantas veces sea necesario...


Le dijo que se iba y tal vez no volvería... se iba y definitivamente volvería...