¡Mierda!
Esta soy yo, la que no sabe decidir y termina embarrada.
La que no tiene fuerzas para hacer lo que debe y se jode.
La que llora en su soledad, inconscientemente buscada.
¿De dónde han sacado algunas personas que soy feliz?
¿Cómo se han atrevido a afirmar que estoy bien?
No tienen idea de lo que me sucede, de lo que pasa en mi cabeza y
sobretodo de lo que pasa en mi corazón.
Me alejaste de tantas cosas y yo lo permití, no me quejé en su momento.
No te saqué de mi vida cuando tratarme mal, era sencillo para ti, cuando era
parte de “tu forma de amar” y ahora yo acá, sola, tengo que soportar ser la
basura que destrozó todo.
Debo cargar la culpa, como si mi error no hubiera sucedido en medio de
dudas y desaciertos, cuando tu error sucedió cuando yo daba todo por ti, cuando
si me pedías que dejara todo, lo hacía, cuando sólo tenía ojos para ti.
Lamentablemente, la sintonía no nos ayudó, nos desencajamos, no
estuvimos en el mismo momento.
Debo recordarte que si realmente hubieras valorado lo nuestro, jamás hubieras
hecho que yo piense en alejarme. Si realmente lo hubieras cuidado tanto como
dices, jamás me hubieras arriesgado con tus arrebatos de carácter, los que
ahora consideras tan inofensivos, pero que un día hicieron que mi amor se fuera
apagando, se fuera quebrando hasta que un día a pesar de todo lo que te amé, se
durmiera indefectiblemente.
Ahora yo tengo que sentir en mis hombros las consecuencias, y escuchar
de tu boca que yo fui la mala la que te ilusionó con mentiras “armadas”.
Yo te amé, te amé como nunca nunca amé a nadie, me dediqué a ti a morir
y tú usaste eso hasta hacerme esto, hasta echarme la culpa de todo, como si tu
carácter hubieran sido sólo caricias.
Recuerda como me alejaste de ti, recuerda como me pedías a gritos que yo
me alejará de ti, porque tú eras incapaz de hacerlo, recuerda como me quebraste
en pedazos una y otra vez y yo estuve ahí abrazándote y suplicándote para que
no me dejes, acomodándome a tus peticiones y tus maneras, explicándote mil
veces lo mismo y pidiéndote perdón por cosas que nunca había hecho, con tal de
tenerte contento, de tenerte conmigo.
Tú agotaste todo, y ahora me culpas por sentirme sola, me culpas por
confundirme. Yo quería todo bien contigo, yo traté y jamás podrás decir que
trataste lo que yo.
Cuando me juzgues y pienses que no me conoces, recuerda cómo ni tú te
reconociste en su momento, en ese momento que te era tan sencillo hacerme
sufrir.