Ahí estas...

El temor de los temores me ha hecho sentir como una cómplice en los pecados de los otros y de los míos, y ¿por qué no? de los compartidos también, ese mismo temor que en momentos temerarios me permite cruzar la línea una y otra vez, convirtiéndola en situaciones pensadas millones de veces... hasta soñadas, pero nunca fueron creídas totalmente.

¿Por qué el temor acelera los cruces de línea? ¿Por qué mientras mas temor, más probabilidades de que suceda? ¿Y porqué me doy cuenta que jamás fue temor? ahora... ¿Por qué intento justificar mi hermestismo sentimental con temores o límites que realmente no existen en mis horizontes? ¿Por qué tantas preguntas para aceptar que si bien no somos todo iguales, estamos unidos -sin interrupciones- por pequeñas características que revelan que es mundo real, que las fantasías duran a lo mucho un par de meses, que las buenas palabras no duran siempre y en todo momento y que a las finales todos sólo buscamos ser felices y sentirnos plenos por lo menos unas horas, aunque sea mucho pedir?

Podría decir mil cosas y probablemente sin sentido, podría pensar muchas más cosas y probablemente no me las crea, es más podría sentir que se me sale el corazón pero no necesariamente porque este latiendo emocionado, sino porque esta cansado de no saber como latir correctamente en este cuerpo, porque él solo siente miedo de perder el ritmo de mis pasos y mis manos, y creo que porque ya no sabe como decirme que necesita un momento para actuar, que le de su espacio, pero ¿cómo le hago entender que aun no confío en su capacidad selectiva y que hasta ahora sólo me ha dado muestras de inmadurez que terminan en forzosas depresiones?

Estos momentos me hacen suponer debería analizar a mi cerebro y a mis nervios que quizá con tal de no sufrir una inflamación se llevan las cosas de la manera más fácil y la traen de la más simple.

A fin de cuentas no se que, pero supongo que miedo no es, o quien sabe... puede ser!

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